Un ecosistema fluvial único
Entre los ecosistemas fluviales más singulares de Aragón se encuentran los galachos, antiguos meandros del río Ebro abandonados tras alguna crecida o cambio en su curso. Estos enclaves, caracterizados por sus aguas tranquilas, vegetación palustre y bosques de ribera bien conservados, constituyen verdaderos refugios de biodiversidad.
La Reserva Natural de los Sotos y Galachos del Ebro protege más de 1.500 hectáreas a lo largo de los términos municipales de La Alfranca (Pastriz), La Cartuja y El Burgo de Ebro. De todos ellos, el galacho de La Alfranca, a tan solo 15 kilómetros de Zaragoza, es el mejor conservado. Su extenso carrizal ofrece cobijo a unas 200 especies de aves, lo que lo convierte en un lugar privilegiado para la observación ornitológica. Además, el entorno se complementa con equipamientos como el Centro de Interpretación del Medio Natural y el Centro de Interpretación de la Agricultura y el Regadío, que invitan a conocer la interacción entre naturaleza y ser humano. Rutas senderistas y ciclistas permiten adentrarse en este paisaje modelado por el río.
Ubicado en el edificio del antiguo Convento de San Vicente de Paúl, dentro de la finca agroambiental de La Alfranca, el Centro de Interpretación del Medio Natural de Aragón es el principal punto de entrada para descubrir la riqueza ecológica de la zona. Su objetivo es dar a conocer los valores de la Red de Espacios Protegidos de Aragón, con especial atención a la cercana Reserva Natural Dirigida de los Sotos y Galachos del Ebro.
El centro cuenta con varias salas expositivas que permiten conocer mejor la biodiversidad del entorno. Una de ellas está dedicada a los cantos y sonidos de las especies animales más características del espacio protegido, y otras incluyen representaciones visuales y audiovisuales, incluyendo proyecciones en 3D. Además, acoge exposiciones permanentes y temporales que refuerzan su papel divulgativo, convirtiéndose en un recurso esencial para entender y valorar este singular paisaje fluvial.
En pleno corazón de La Alfranca se encuentra el Centro de Interpretación de la Agricultura y el Regadío, un espacio interactivo que invita al visitante a descubrir la evolución histórica y cultural de la agricultura y el regadío. A través de un recorrido dinámico y visual, se abordan distintas etapas de la historia agrícola, desde los primeros cultivos hasta las técnicas modernas que se aplican tanto en el mundo como en Aragón.
El centro pone en valor el papel esencial del sector agroalimentario y su influencia en la alimentación y el desarrollo económico. De forma complementaria, un segundo espacio independiente profundiza en el regadío, destacando su transformación a lo largo de las décadas. Temas como el aprovechamiento del agua, los sistemas tradicionales de riego y su progresiva modernización cobran protagonismo en esta propuesta divulgativa. Juntos, estos centros ofrecen una visión global del vínculo entre paisaje, agua y actividad humana.
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La Reserva alberga una de las mayores concentraciones de aves ligadas a zonas húmedas en Aragón. En invierno, especies como el pato cuchara (Spatula clypeata), el ánade friso (Mareca strepera), el silbón europeo (Mareca penelope) y la cerceta común (Anas crecca) descansan en los remansos del Ebro y los galachos.
Durante el verano, los extensos carrizales de La Alfranca, uno de los más importantes de Aragón, acogen una destacada colonia de garzas compuesta por garceta común (Egretta garzetta), martinete común (Nycticorax nycticorax), garcilla bueyera (Bubulcus ibis), garza imperial (Ardea purpurea) y, de forma más dispersa, avetorillo común (Ixobrychus minutus). En invierno, escribanos palustres (Emberiza schoeniclus), distintas especies de bisbitas residentes e invernantes (Anthus spp.), lavanderas (Motacilla spp.) y estorninos (Sturnus spp.) utilizan los carrizales como dormidero.
En los sotos y bosques de ribera, que actúan como corredores ecológicos, destacan especies forestales como el azor (Accipiter gentilis), la grajilla (Corvus monedula), el pito ibérico(Picus sharpei), la curruca capirotada (Sylvia atricapilla) y el mirlo común (Turdus merula).
Merece una mención especial el martinete común, cuya colonia reproductora en la Reserva supera el centenar de parejas cada primavera, lo que convierte este enclave en uno de los más relevantes para la especie en la península ibérica.
Los galachos del Ebro constituyen un ecosistema acuático de gran riqueza, donde prosperan algas y plantas sumergidas que dan cobijo y alimento a invertebrados como la pulga de agua (Daphnia spp.) y larvas de distintos géneros de mosquitos. Este medio acuático también alberga especies de peces como la carpa (Cyprinus carpio), el pez gato (Ameiurus melas) y el lucio (Esox lucius), así como poblaciones de tritón palmeado (Lissotriton helveticus), aunque este último es cada vez más escaso.
Los carrizales, además de actuar como filtros naturales, son refugio de anfibios y reptiles como el sapo corredor (Epidalea calamita), la rana común (Pelophylax perezi), la culebra de agua (Natrix maura), y galápagos autóctonos —el europeo (Emys orbicularis) y el leproso (Mauremys leprosa)—, junto al introducido galápago de Florida (Trachemys scripta).
Muchos mamíferos también encuentran en este entorno un hábitat que les es favorable. Especies como el jabalí (Sus scrofa) utilizan los carrizales como refugio frente al calor estival, mientras que tejones (Meles meles), zorros rojos (Vulpes vulpes), ginetas (Genetta genetta) y ratones de campo (Apodemus sylvaticus) habitan en los sotos y bosques de ribera.
La vegetación de la Reserva Natural Dirigida de los Sotos y Galachos del Ebro está estrechamente vinculada a la dinámica del río Ebro, que crea un mosaico ecológico condicionado por el gradiente de humedad del suelo. A lo largo del cauce y en torno a los galachos, las diferentes comunidades vegetales se disponen en bandas paralelas según su afinidad con el agua.
En las orillas aluviales, donde se inicia la colonización vegetal, destaca el césped de gramínea rizomatosa (Paspalum paspalodes), que estabiliza el sustrato arenoso y pedregoso. Le acompañan otras especies pioneras como el lampazo espinoso (Xanthium echinatum subsp. italicum), la persicaria manchada (Persicaria maculosa), la persicaria de hoja ancha (Persicaria lapathifolia) o el cenizo glauco (Chenopodium glaucum).
Al alejarnos del cauce aparecen matorrales flexibles que soportan las crecidas, como los tamarizales, formados por tamarisco común (Tamarix gallica) y tamarisco africano (Tamarix africana) y las saucedas de orla con sauces blancos (Salix alba), mimbreras (Salix fragilis) y sargas (Salix purpurea).
En los canales de inundación, zonas temporalmente encharcadas, prosperan especies hidrófilas como el llantén acuático (Alisma plantago-aquatica) y el lirio amarillo (Iris pseudacorus), ambas esenciales para la biodiversidad del entorno.
Desde Proyecto LIBERA ofrecemos distintos recursos a Parques Nacionales y Naturales con el objetivo de sensibilizar sobre el problema que supone el abandono de basura en la naturaleza y la prevención del mismo, como es el caso de este parque.
Entre otras medidas, formamos a los empleados de centros de interpretación ambiental y les proporcionamos diferentes materiales con los que ayudar a concienciar al público. También aportamos información sobre el proyecto a los trabajadores de Espacios Naturales y colocamos señalización en los parques de cada región.